“El Retrato de Dorian Gray” de Oscar Wilde, publicada en 1890, es una fascinante exploración de la vanidad, la moralidad y las consecuencias del hedonismo desenfrenado. La novela gira en torno a Dorian Gray, un joven de inigualable belleza y encanto, cuya vida cambia drásticamente tras un encuentro con el artista Basil Hallward y su influencia, Lord Henry Wotton.
Basil pinta un retrato de Dorian, capturando su juventud y belleza prístinas. Bajo la tutela cínica de Lord Henry, Dorian se obsesiona con mantener su apariencia juvenil, expresando el deseo de que su retrato envejezca en su lugar. Mágicamente, su deseo se hace realidad: mientras Dorian mantiene su apariencia juvenil y atractiva, el retrato comienza a reflejar las marcas de su decadencia moral y envejecimiento.
Dorian se sumerge en un mundo de indulgencia y excesos, explorando todas las formas de placer y vicio, creyendo que su apariencia externa lo absuelve de cualquier repercusión moral o social. Sin embargo, la transformación del retrato se convierte en un recordatorio constante y aterrador de la corrupción de su alma. A medida que pasa el tiempo, Dorian se vuelve cada vez más paranoico y temeroso de que su secreto sea descubierto, lo que lo lleva a cometer actos aún más desesperados y destructivos.
La historia de Dorian es una crítica mordaz a la sociedad victoriana, destacando la superficialidad y la doble moral de la época. Wilde utiliza la figura de Dorian Gray para explorar temas como la naturaleza del arte, la relación entre la belleza y la moralidad, y las consecuencias de vivir una vida dedicada únicamente al placer personal.
La tragedia de Dorian Gray culmina en su realización de que no puede escapar de las consecuencias de sus acciones y que la verdadera belleza y la virtud residen en el carácter y no en la apariencia. En un acto final de desesperación y quizás de redención,6 Dorian destruye el retrato, lo que resulta en su propia muerte, con su cuerpo envejecido y desfigurado