Laurens van der Post, en su libro The Lost World of the Kalahari, narra su experiencia conviviendo con los bosquimanos del desierto del Kalahari, un pueblo ancestral profundamente conectado con la naturaleza.
Uno de los relatos más impactantes es cuando los bosquimanos se sorprendieron al descubrir que Van der Post no podía “escuchar las estrellas”. Al principio pensaron que bromeaba o mentía, pero al comprender que decía la verdad, se llenaron de tristeza. Para ellos, no oír el susurro del universo no es una simple carencia, sino una señal de enfermedad espiritual: la desconexión total con el mundo natural.
Pero el libro va más allá de esta anécdota. Van der Post reflexiona sobre cómo la civilización occidental ha perdido algo esencial al alejarse de sus raíces primitivas. Describe a los bosquimanos no como “atrasados”, sino como guardianes de una sabiduría que hemos olvidado. Su capacidad para rastrear animales, leer el lenguaje de la tierra y vivir en armonía con su entorno es un recordatorio de que el verdadero conocimiento no siempre se mide en avances tecnológicos.
El autor también señala que, para estos pueblos, la soledad no existe como la entendemos nosotros. La naturaleza nunca es un vacío: el viento, la tierra y las estrellas son compañía constante. En cambio, el hombre moderno, rodeado de ruido y tecnología, sufre una soledad más profunda: la de haber perdido la conexión con el mundo natural y, con ello, consigo mismo.
