El 19 de septiembre de 1991, los alemanes Erika y Helmut Simon encontraron en los Alpes austríacos el cuerpo de lo que creyeron era un alpinista fallecido.
Sin embargo, resultó ser una momia de más de 5.300 años, conocida como Ötzi. Junto a él, se hallaron diversos artefactos, como un arco, flechas, un hacha de cobre, una daga y ropa de piel.
Sin saberlo, los Simon habían descubierto la escena de un crimen de más de 5.000 años.