Ganaba veinte centavos al día y media cerveza a la semana, pero durante su tiempo en el trabajo, Jack nunca cometió un error.
Jack era un babuino chacma que ayudaba a James Wide, un señalero ferroviario parapléjico que había perdido las piernas en un accidente.
James entrenó a Jack para que lo ayudara con sus tareas diarias y, eventualmente, Jack aprendió a operar las señales ferroviarias con supervisión, demostrando gran precisión.
La fiabilidad de Jack lo hizo famoso, y en sus nueve años de trabajo, nunca falló.
Jack murió en 1890, y su cráneo se conserva en el Museo Albany en Grahamstown, Sudáfrica, como un homenaje a su trabajo único en la industria ferroviaria.