“Estamos ayudando a Ucrania al mismo tiempo que invertimos en nuestra propia industria”.
Joe Biden
El préstamo por 95 mil millones de dólares que el Congreso de Estados Unidos aprobó con la fachada de “ayuda” para Ucrania, con tajadas para Israel y Taiwan, es en realidad un guiño hacia el complejo militar industrial.
Aunque el paquete fue propuesto por la administración Biden desde octubre, en la realidad a nadie pareció importar que en el frente de batalla, el ejército ucraniano tuviera una real urgencia por artillería de 155 milímetros que a lo largo de estos meses se ha reflejado en la pérdida de posiciones ante el avance ruso.
Los 95 mil millones de dólares serán impresos por el Departamento del Tesoro estadounidense, irán a la industria militar, estimularán a la economía nacional a la vez que servirán para aceitar las campañas electorales en puerta para demócratas y republicanos.
Los almacenes militares se desharán de equipos que tienen décadas almacenados y, como ha ocurrido, EU pidió a países como Grecia y España donar sus misiles Patriot (cada misil con un valor de 5 millones de dólares) para Ucrania, mientras la industria militar en norteamérica reactiva líneas de producción.
El mismo presidente estadounidense lo dijo al firmar el paquete de ayuda militar que se trataba de una inversión, donde el principal beneficiario era el país.
“Estamos enviando equipo a Ucrania de nuestras propias reservas, luego repondremos esas reservas con nuevos productos fabricados por empresas estadounidenses aquí en Estados Unidos”, expresó Biden.
“Misiles Patriot fabricados en Arizona, Javelin, fabricados en Alabama, equipos de artillería fabricados en Ohio, Pensilvania, Texas. Estamos ayudando a Ucrania al mismo tiempo que invertimos en nuestra propia industria, fortaleciendo nuestra propia seguridad nacional”.
Para nadie es un secreto que el lobby armamentista está entre los más poderosos, (EU es responsable del 50 por ciento de todo el gasto militar en el mundo), por lo que los apoyos en efectivo irán directamente a la campaña de Biden, así como de los congresistas republicanos y demócratas que votaron a favor del paquete.
Además, al ser un préstamo, se espera que Ucrania devuelva ese dinero, ya sea en transferencias interbancarias… o en especie.
Una posible forma de cobro para el país eslavo sería con las famosas tierras negras ucranianas, (Chernosem), las más fértiles del mundo, de las cuales el fondo de inversiones Black Rock maneja a través de políticos locales, una superficie de más de 2 mil 500 kilómetros cuadrados.
Cabe preguntarse, ¿de qué manera servirá a Ucrania la ayuda?
Del paquete de 61 mil millones, solo 9 mil 500 millones irán como dinero al aparato del Gobierno de Zelenski, el resto en especie.
Además de perder una quinta parte de su territorio, Ucrania consumió en el esfuerzo bélico a su primer y segundo ejército, y el tercero requiere urgentemente de refuerzos.
Por ello el presidente ucraniano firmó recientemente una ley para la movilización forzada de personas, amplió la edad militar a personas más jóvenes y más viejas, y prohibió a los consulados ucranianos en los países europeos renovar los pasaportes de más de 650 mil ucranianos en edad militar para que, al obtener un estatus ilegal, sean deportados a su país de origen.
El primer ejército ucraniano se componía de militares de carrera, entrenados y con motivación para el combate.
El segundo ejército se compuso de ciudadanos que recibieron un acelerado entrenamiento en países OTAN como Inglaterra, Francia, Alemania y Polonia, cuya motivación para el combate era menor a la del ejército original.
En una situación que carece de lógica, Ucrania pretende recobrar con esta ayuda, los territorios perdidos y vencer al ejército ruso, y recomponer su tercer ejército con un grupo de hombres y mujeres, quienes al abandonar su país declararon abiertamente no querer pelear en el frente. Les darán un entrenamiento acelerado, les darán un fusil y los mandarán a sacrificarse.
Analistas militares de países OTAN señalan que, mientras Ucrania emplea todos sus recursos humanos y militares en un esfuerzo donde día a día pierden posiciones, Rusia usa en la guerra al 10 por ciento de su fuerza militar, lo que significa que tiene el sartén por el mango y finalizarán el conflicto en el momento en que lo consideren conveniente.
Entre la reciente ayuda militar enviada por Estados Unidos, los misiles ATACMS que antes tenían un rango de 165 kilómetros, ahora son de 350 kilómetros.
Si bien, esos misiles permitirán al ejército ucraniano atacar la defensa profunda de los rusos, son a la vez una motivación para que Rusia empuje su ejército 350 kilómetros más hacia el oeste y evitar que esos misiles hagan blanco en territorios de Federación Rusa y en territorios de las recién anexadas repúblicas como Donetsk o Zaporiyia.
Los misiles ATACMS servirán a Ucrania a clavarle rejones a Rusia al atacar población civil o intentar otra vez destruir el puente del estrecho de Kerch, que conecta Crimea con territorio ruso continental, en espera de una respuesta visceral de los rusos que meta a la OTAN en el conflicto.
El paquete de ayuda a Ucrania, Israel y Taiwan son una bocanada de aire para las campañas electorales estadounidenses y un apoyo para reactivar las líneas de producción que generen armamento nuevo que Estados Unidos podrá utilizar contra China, el verdadero rival.
En una visión más amplia del mapa de Eurasia, Estados Unidos buscaba con el conflicto en Ucrania debilitar o destruir a Rusia para luego enfrentar a China sola.
El plan no funcionó como esperaban, Rusia se fortaleció en lo económico con los países BRICS, reactivó su industria militar, incrementó el número de su ejército y ha consumido en la guerra ucraniana todo el material bélico de los almacenes de los países OTAN.
Mientras su aliado Rusia consume tiempo y material militar occidental en Ucrania, China fortalece cada día sus capacidades militares, principalmente su flota, misiles, aviación y drones, afilando cuchillos para la otra guerra que se avecina.