Ventana al Exterior

Por H.C. Esquivel

La Guerra de 12 días

La guerra que Israel inició contra Irán terminó en un frágil alto al fuego que, si bien se puede romper en cualquier momento, tenemos a un Donald Trump como aval de un Netanyahu, que ante el agotamiento de sus defensas anti misiles, le pidió interceder ante el mando iraní para detener las hostilidades y que, por ahora, promete no atacar.

Al estilo ruso, de “escalar para desescalar”, es decir, llevar un conflicto a un punto cúspide que haga a ambas partes ver el riesgo del precipicio en frente, tuvimos a un Estados Unidos usando a sus bombarderos B-2, parte de la triada nuclear, atacando instalaciones nucleares de Irán y, para emparejar el marcador, “fuegos artificiales” sobre Qatar, donde los misiles iraníes fueron anulados por la defensa antiaérea de la base Al Udeid, la principal base militar estadounidense en el Medio Oriente.

Para el mundo entero fue escalofriante ver a un Donald Trump arrinconado ante las demandas de Israel para meter a Estados Unidos al conflicto, y encima enterarse con un mensaje de redes sociales que los aviones sigilosos atacaron con éxito tres instalaciones nucleares de Irán.

En medio de una retórica que prometía fuego, sangre y muerte, Irán esperó el momento; de madrugada para ellos, una mañana del lunes en Estados Unidos, cuando la bolsa de valores recién abría y podía asustar a los mercados, para atacar la principal base estadounidense en la región, los cuarteles generales del Comando Central de su Ejército.

Al igual que el ataque de los bombarderos B-2 a las centrales de enriquecimiento de uranio de Isfaján, Fordow y Natanz, se dio con instalaciones vacías, evacuadas de personal y sin material radioactivo dentro, la respuesta de Irán se dio en instalaciones militares donde no había aviones, ni estaba uno de los más de 10 mil efectivos que ahí están estacionados.

¿Por qué estos fuegos de artificio en los intercambios EU-Irán?, quizá la respuesta está en lo que propone el analista Dimitry Orlov, que el Primer Ministro Benjamín Netanyahu, agobiado por la devastadora e inesperada respuesta de Irán, pidió a Trump meter al Ejército de Estados Unidos en el conflicto, o de lo contrario, el país hebreo lo resolvería por sí solo con bombas nucleares sobre Irán, lo que abría una puerta a miles de posibilidades en la región y el mundo entero, ninguna de ellas positivas para el gobierno estadounidense.

Eso fue lo que habría sacado de urgencia a Trump de la reunión del G-7 en Canadá, y que lo llevó a reunir de emergencia a su consejo de seguridad en la sala de situaciones de la Casa Blanca.

Una semana atrás, mientras Irán sostenía pláticas para limitar el enriquecimiento de uranio, y había aceptado ante Estados Unidos depurar al 3.6 por ciento, el mínimo necesario para generar electricidad, el viernes 13 inició el ataque Israelí que incluyó el asesinato de los principales mandos militares, el hackeo de sus sistemas de lanzamiento de misiles, la destrucción de sus radares y sistemas de defensa aérea, así como la activación de cientos de células internas que activaron coches bomba y operaron drones para atacar puntos estratégicos militares, energéticos y hasta civiles.

Se trataba de una operación de decapitación del gobierno y cambio de régimen, donde Israel tenía ya a un personaje a modo, el príncipe Reza Pahlavi, hijo del derrocado Sha Muhammad, derrocado en la Revolución Islámica de 1979, un líder de la resistencia criado en Miami, Florida, quien ni siquiera habla el idioma Farsí, y desde sus redes sociales se dirigió ¡en inglés!, al pueblo iraní y les llamó a derrocar al gobierno actual.

Spoiler alert: No funcionó.

Las primeras horas fueron cruciales; el analista brasileño Pepe Escobar, con contactos en el Kremlin, señala que especialistas rusos ayudaron a restablecer los sistemas de radar y ataque, por lo que en menos de 14 horas, se reactivó el lanzamiento de misiles que saturó al “Domo de Hierro” de Israel y cuyos ataques diarios a destinos estratégicos llevaron a Netanyahu a pedir la intervención estadounidense, primero para apoyo militar, luego para pactar un alto al fuego que Irán también deseaba, pues los aviones israelíes campeaban a sus anchas en los cielos persas y minaron a las milicias con ataques a cuarteles, bases aéreas, sitios de lanzamientos de misiles y decenas de entradas a bases o almacenes subterráneos.

Con ambos contendientes desangrándose, Irán reforzó sus mensajes amenazantes a EU con una estratégica visita del Ministro del Exterior, Abbas Araghchi a Rusia, donde habló con el Presidente Vladimir Putin, mientras el ex Presidente ruso Dimitry Medvedev le recordaba a Trump que sus ataques a Irán empujaban al país a tener un programa de armamento nuclear, además de que había “varios” países listos para proporcionar a Irán sus ojivas nucleares.

Pero la verdadera “arma nuclear” de Irán es el estratégico Estrecho de Ormuz, por donde pasa cerca del 25 por ciento de la producción mundial de petróleo, su cierre significa inflación descontrolada, crisis mundial. El parlamento iraní aprobó iniciar un bloqueo y aunque el gobierno de Irán no había dado la orden, la posibilidad puso nervioso a Trump, quien a través del Emir de Qatar, acordó con Netanyahu pedir paz y pactó con Irán detener los ataques. En sus redes sociales, Trump se proclamó como pacificador y pidió llamar al conflicto, “La Guerra de los 12 días”.

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