Quién es Robert Prevost (León XIV)

Redacción

El prefecto del Dicasterio Robert Prevost, de origen estadounidense fue electo como el papa 267 y adopta el nombre de León XIV para suceder a Francisco

Nació el 14 agosto 1955 y fue criado en una familia católica de raíces obreras, Prevost ingresó a la Orden de San Agustín en su juventud, impulsado por una vocación misionera que se consolidó con sus estudios de filosofía y teología en la Catholic Theological Union y posteriormente en Roma, donde se doctoró en Derecho Canónico.

Fue ordenado sacerdote en 1982, y pronto comenzó una trayectoria que lo llevaría fuera de Estados Unidos, alejándolo del confort del ámbito académico para ponerse al servicio de las periferias.

Su vínculo con América Latina
Sus primeros años ministeriales lo encontraron en Perú, donde ejerció como misionero en una región pobre del norte del país, en la diócesis de Chulucanas. Allí desarrolló una pastoral centrada en la cercanía, la formación de comunidades y la defensa de los derechos humanos, experiencia que marcó profundamente su perfil: un religioso comprometido con la realidad social de América Latina, que aprendió a conjugar el rigor doctrinal con una mirada pastoral atenta a los más vulnerables.

Desde 2023, ocupa el estratégico puesto de prefecto del Dicasterio para los Obispos, un rol que lo convierte en el principal asesor del pontífice en la designación de obispos en todo el mundo. Esa función, además de la confianza explícita de Francisco, le ha dado un lugar privilegiado en la estructura de poder vaticana.

En cuanto a su estilo, se lo puede describir como sobrio, de tono pastoral antes que político, mientras que su perfil público es discreto, aunque no exento de influencia: en voz baja, construyó redes tanto en América como en Roma.

Prevost también carga con controversias, dado que durante su tiempo en Perú, su gestión fue cuestionada por presunto encubrimiento en algunos casos de abusos dentro de su diócesis. Aunque no hay cargos formales, las denuncias mediáticas han manchado su imagen, especialmente entre los sectores que reclaman mayor transparencia en la Iglesia.

Su español fluido, su sensibilidad con la cultura latinoamericana y su proximidad al pensamiento de Francisco lo conviertieron en un candidato de continuidad, aunque sin el carisma expansivo del fallecido pontífice.

Se ve como un “puente” entre dos Iglesias: la institucional y la popular; la del Norte global y la del Sur. En tiempos donde se barajan nombres de África, Asia y América Latina, un norteamericano con corazón latino puede resultar una carta inesperada. Si el próximo cónclave busca un perfil moderado pero firme, de gobernabilidad silenciosa y visión global, Robert Prevost podría emerger como una figura de consenso.

Con una Iglesia en plena transición, marcada por los desafíos de la secularización, la polarización interna y la necesidad de continuar el legado reformista de Francisco, el cónclave que ya se encuentra en marcha se presenta como un punto de inflexión.

Prevost se perfila como una opción de equilibrio: suficientemente cercana al ideario del papa argentino como para garantizar continuidad, pero con el perfil institucional y sobrio que muchos cardenales valoran en tiempos de cambio.

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