MÁQUINA DEPORTIVA
Sergio Arturo Duarte Méndez
En Indios de Ciudad Juárez, los asuntos extra terreno de juego como indisciplinas, caprichos, vedetismos, grillas, diferencias entre managers y peloteros o timoneles y jurisdiccionales, golpes en una noche de copas y ahora agresiones físicas a mujeres -inaceptables e inadmisibles bajo toda circunstancia-, se han convertido de unos años para acá en un tema recurrente y en una triste película vista hasta el hartazgo por sus aficionados, sí, hasta el hartazgo.
Cumplida apenas una jornada en la Liga Estatal de Beisbol Chihuahua 2025, el caso del pitcher Jordan Suárez, acusado por su esposa embarazada de agresión física al grado de enviarla al hospital y poner en riesgo la vida de su hijo, el señalamiento público hecho en redes sociales y la exigencia de renuncia hacia el jurisdiccional Óscar Chávez por un supuesto intento de aprovecharse de la situación, luego que recibió un mensaje de la afectada, coloca a la tribu nuevamente en el ojo del huracán.
Y no precisamente por lo realizado dentro del diamante, en un deporte al que el legendario cronista Pedro ‘Mago’ Septién siempre consideró tan simple y tan fácil para jugar, con un bat y una pelota.
Contrario a la romántica idea que define al beisbol como un ‘deporte de caballeros’, el caso Suárez refleja una absoluta carencia de valores y de compromiso de parte del lanzador para asumir la responsabilidad de ser un ejemplo y modelo aspiracional dentro y fuera del campo para niños y jóvenes, con una conducta intachable como requisito indispensable.
Este principio aplica a todos los integrantes del equipo, no solo a los peloteros -extraoficialmente los mejor pagados del circuito-, sino también a los directivos y cuerpo técnico quienes deben poseer la suficiente calidad moral para manejarse de manera correcta y afrontar debidamente ciertas situaciones como la que se presentó el fin de semana anterior.
Lejos de encajar en este molde y, sin afán de generalizar, payasos, figurines y ‘mamarrachos’, en muchos casos sobrevalorados, carentes del mínimo sentido de ética y profesionalismo ocupan lugares en el equipo al cual, poco o nada aportan y que, al final, resulta seriamente lastimado y perjudicado.
A juzgar por los hechos, está claro que, al interior de la tribu, -salvo honrosas excepciones que sí sienten la camiseta- calzarse los spikes, entregarse en cuerpo y alma en las prácticas y en los juegos, portar con gallardía y honor el uniforme y los colores de los Indios, llevar y representar su historia de 11 cetros y luchar a brazo partido por la victoria dentro del terreno, no es precisamente una prioridad.
Una vez más, vergonzosamente, la novena de Ciudad Juárez -que desde el 2000 no logra una corona estatal- que casi temporada por temporada libra una feroz e inútil batalla -que luce interminable- contra sus propios demonios, es la ‘comidilla’ de las otras nueve zonas en la entidad.
Así, de la misma manera que lo fue el año anterior luego del pleito en un hotel en Casas Grandes entre Eudor García y Yirel Ruiz -hijo del coach Irving Ruiz- y la negativa de continuar en el equipo del propio García Pacheco, secundado por Óscar Sigala y Yahir Gurrola.
Igual que en el 2022, con el rompimiento entre el manejador Guillermo Armenta y el propio antesalista García.
También, con aquella novela llevada a los medios de comunicación y sacada a la luz pública en una guerra abierta y ruptura protagonizadas en el 2018 por el entonces jurisdiccional Juan Pedro Plascencia -con algunos peloteros de su lado- contra el manager Marcelo Juárez y el patrocinador Óscar Montes, una auténtica ‘cena de negros’.
Y no podemos olvidar el punto de quiebre en plena postemporada, de cara a la final del 2017 contra los Mineros de Parral, entre el dirigente Daniel ‘Chito’ Cereceres y el manager Germán Leyva por la exigencia de un bono económico de parte del sinaloense.
Al final, el reclamo le costó al timonel el puesto y, a los Indios, la posibilidad de dar más pelea a la escuadra parralense, al menos.
Uno más, los señalamientos de Emilio Guerrero en redes sociales hacia el manager Eduardo ‘Walo’ Rivera en el sentido de haberse vendido tras caer en la final del 2019 ante los Algodoneros de Delicias, en una serie, en la cual, los indígenas tuvieron 3-1 y ‘en la olla’ a los ‘Vencedores del Desierto’, actuales pentacampeones estatales.
Bajo el radar y el escrutinio público, investigados por las autoridades correspondientes, Suárez y Chávez son los actores principales en un nuevo capítulo de una bochornosa trama vista por propios y extraños hasta el hastío en torno a los Indios de Ciudad Juárez y su andar en la Liga Estatal de Beisbol.
De ser responsables de los serios señalamientos de los cuales son objeto, el pelotero y el directivo simplemente deberán tomar sus cosas y marcharse para siempre de la tribu, sin más ni más porque basta ya de papelones, ridiculeces y escándalos.
