el corrido surgió como una forma de contar historias heroicas durante la Revolución Mexicana, luego, se adaptó a las transformaciones sociales, culturales y económicas de México
Los narcocorridos, aseguran, son síntoma y no causa del fenómeno. Surgieron como expresión popular en contextos donde los traficantes no tenían voz pública, y han servido como crónicas de una realidad omitida por el discurso oficial
Detrás de sanciones hay un uso político, medidas que dan rédito inmediato a quienes las promueven
La evolución del corrido, hasta llegar a los narcocorridos y los tumbados y lo que representan en la cultura y la polémica que ha surgido en torno a su posible censura y prohibición, fue investigado en un amplio reportaje por Uno TV donde se explora el origen y su adaptación a los acontecimientos actuales, sus implicaciones políticas , así como la censura y sanciones por su difusión en conciertos:
¿Censurar o no censurar los narcocorridos?
La profesora Anajilda Mondaca Cota, académica de la Universidad de Occidente, Unidad Culiacán, Sinaloa, sostiene que el fenómeno de los narcocorridos no sólo entretiene sino construye sentido. A través de sus letras, se refuerzan ideologías, crean imaginarios colectivos e incluso configuran identidades.
Los personajes que cantan y escuchan estas historias reproducen códigos que se leen en la calle: ropa ostentosa, autos lujosos, bebidas caras. La figura del buchón (mezcla de narco, influencer y celebridad) se convierte en ícono.
Aunque desde los años 80 los llamados narcocorridos han sido objeto de censura y debate público en México, ¿son una apología del crimen o una expresión legítima de la realidad social?
El sociólogo Luis Astorga, investigador de la UNAM, expone en su ensayo “Corridos de traficantes y censura” cómo este género musical ha sido blanco de “campañas moralistas, legislativas y mediáticas”, así como de intentos sistemáticos de censura impulsados por legisladores, Gobiernos estatales y organismos como la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión que, sin embargo, no han logrado frenar su impacto cultural ni su difusión.
Desde Sinaloa, en 1987, pasando por Chihuahua, Baja California, Michoacán y otros estados, la censura se ha justificado bajo el argumento de proteger a la niñez y evitar la apología del delito. No obstante, como advierte Astorga, estas medidas no han reducido ni la violencia ni el tráfico de drogas.
El autor cuestiona la lógica que atribuye a los narcocorridos una supuesta capacidad de corromper a la sociedad. “¿Habría que transmitir sólo canciones sobre santos?”, se pregunta con ironía. A su juicio, la censura revela una moral selectiva, que no aplica el mismo rigor a películas, series o libros con contenidos similares.
Astorga también denuncia que detrás de estas cruzadas hay un uso político: medidas que dan rédito inmediato a quienes las promueven, aunque ignoren las causas estructurales del narcotráfico.
Los narcocorridos, afirma Astorga, son síntoma, no causa del fenómeno. Surgieron como expresión popular en contextos donde los traficantes no tenían voz pública, y han servido como crónicas de una realidad omitida por el discurso oficial.
Para Astorga, el camino no es la censura sino la construcción de una sociedad más justa, donde la ley se cumpla y la educación crítica florezca.
¿Cómo y cuándo nacen los narcocorridos?
El doctor e investigador César Jesús Burgos Dávila en un artículo publicado por la Universidad de Barcelona, explica que originalmente, el corrido surgió como una forma de contar historias heroicas durante la Revolución Mexicana. Era el medio con el que las comunidades daban voz a sus luchas, exaltaban a sus personajes valientes y denunciaban injusticias.
Pero tras la revolución, los temas comenzaron a cambiar: la migración, los conflictos políticos y la vida en la frontera norte se convirtieron en nuevas fuentes de inspiración. El corrido se adaptó a las transformaciones sociales, culturales y económicas de México.
A partir de la década de 1930, con el auge del contrabando y la consolidación del narcotráfico como una actividad económica marginal pero rentable en regiones como Sinaloa, comenzaron a aparecer los primeros corridos sobre drogas.
Juan Carlos Ramírez-Pimienta, doctor en letras hispanoamericanas por la Universidad de Michigan, que ha dedicado gran parte de su carrera académica al estudio histórico de los narcocorridos en México, señala en su libro “Cantar a los narcos: voces y versos del narcotráfico” que en 1930 había un corrido llamado “El Pablote”, de José Rosales, que trata sobre el esposo de una narcotraficante muy relevante en su época, Ignacia Jasso “La Nacha”.
A partir de ese momento aquellas canciones ya no hablaban de héroes revolucionarios, sino de “tequileros”, “morfineros” y más tarde, traficantes de cocaína o marihuana.
El auge de los narcocorridos
Ramírez-Pimienta señala que durante la década de los 50 y 60 fue difícil encontrar narcocorridos debido que socialmente se vivió el llamado “Milagro mexicano”, el cual fue un periodo de crecimiento económico con estabilidad política y social comparable al de las potencias mundiales de la época.
A partir de los años 70, los narcocorridos toman fuerza, impulsado por grupos como Los Tigres del Norte con temas como “Contrabando y Traición”, publicado en 1974.
Desde su origen, como corridos, los narcocorridos comienzan a ser un reflejo social y cultural de lo que vive un país sumergido en la crisis económica y la masificación del tráfico de drogas por criminales como Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo.
Las letras comenzaron a retratar no solo el tráfico de drogas, sino también la corrupción, la violencia, los enfrentamientos con fuerzas de seguridad y, en algunos casos, la complicidad de autoridades.
Los narcocorridos reflejan una realidad incómoda: la del narco como símbolo de poder, resistencia o incluso identidad cultural en contextos de pobreza, abandono estatal y marginación, señala el doctor Burgos Dávila.
El movimiento alterado
Anajilda Mondaca Cota, académica de la Universidad de Occidente, señala en el artículo “Los narcocorridos, expresiones culturales de la violencia” que más allá del sonido, los narcocorridos actúan como crónicas sociales, desafiando discursos oficiales y visibilizando complicidades entre el crimen organizado y las instituciones.
Uno de los ejemplos más extremos dentro de los narcocorridos es el llamado “Movimiento Alterado”, Juan Carlos Ramírez-Pimienta en el artículo “De torturaciones, balas y explosiones: Narcocultura, Movimiento Alterado e hiperrealismo”, explica que durante el sexenio de Felipe Calderón (2006–2012), México vivió una “guerra contra el narco” que dejó más de 100 mil muertos y que además de los cuerpos, la sangre y las cifras, hubo un fenómeno cultural que creció a la par del conflicto: la consolidación del narcocorrido como el principal vehículo narrativo de la violencia criminal.
Ramírez-Pimienta documenta cómo esta expresión musical evolucionó hacia formas más radicales bajo el contexto bélico del gobierno calderonista. El llamado “Movimiento Alterado” tomó el narcocorrido tradicional y lo potenció: más sangre, más armas, más velocidad. Un nuevo realismo brutal, o como lo llama el autor, hiperrealismo bélico.
Los narcocorridos del Movimiento Alterado dejaron de ser relatos de contrabando para convertirse en crónicas de guerra. Con títulos como “Siguen rodando cabezas” o “Sanguinarios del M1”, las canciones adoptaron el lenguaje de los enfrentamientos, los ajustes de cuentas y la propaganda del terror, señala Ramírez-Pimienta.
Además del corrido alterado, el académico resalta que la proliferación de una “narcomoda” ostentosa, y la aparición de corridos compuestos y subidos a YouTube por jóvenes músicos. La violencia ya no solo se vive: también se baila, se viste, se canta.
Ramírez-Pimienta también explica que “algunos de estos corridos serán fuente histórica para entender esta guerra. Algunos dicen la verdad, incluso antes que el gobierno”.
Corridos tumbados y bélicos
El crítico musical mexicano Arturo Saucedo explicó en una entrevista a BBC Mundo que los nuevos protagonistas del corrido mexicano visten sudaderas oversize, cadenas gruesas y tenis de diseñador al reinventar el género regional a los llamados los corridos tumbados.
El término define una fusión entre el corrido tradicional y el rap, con una estética claramente urbana, donde el cantante Natanael Cano encontró la fórmula perfecta al meter el hip hop a las guitarras de los corridos con los que creció.
De ahí salieron canciones como “Soy el diablo” o “El chamaquito”, piezas que mantienen la narrativa del corrido, pero con el ritmo, lenguaje y actitud del hip hop.
Instrumentalmente, el tumbado también marca diferencia: combina la guitarra y el bajo quinto con metales como la tuba y el trombón, creando un sonido fresco, agresivo y envolvente.
Por su parte, los corridos bélicos, musicalmente hablando, son idénticos a los corridos tumbados, pero se distinguen por la historia que cuentan.
“Los corridos bélicos son aquellos que hablan de más confrontaciones o que hablan de manera más cruda sobre el crimen organizado, mientras que los tumbados traen una veta lírica, son más de sentimientos, de emociones, de amor. Aunque en los dos aparecen estos corridos de envidia, de ‘Yo era muy pobre y ahora traigo mi carrote’. Siempre va a haber eso, pero considero que nunca se va a dejar la vena tradicional”, señaló Juan Carlos Ramírez-Pimienta en entrevista para Milenio.
¿Se pueden prohibir los narcocorridos en México? Esto dicen Claudia Sheinbaum y los gobiernos estatales
Aunque el debate sobre los narcocorridos ha cobrado fuerza en distintos estados del país, la presidenta Claudia Sheinbaum fue clara al asegurar que en México no están prohibidos.
“No los prohibimos. Lo que queremos es promover que la música tenga otros contenidos. Es un proceso educativo, formativo, en donde todos tenemos que contribuir a que no haya apología de la violencia”, afirmó la mandataria.
La postura del gobierno federal contrasta con medidas que ya se aplican en algunos estados y municipios, donde sí se han impuesto restricciones o sanciones a este tipo de canciones, que exaltan al crimen organizado y la violencia.
En el Estado de México, operativos y advertencias
En el Estado de México, la Secretaría de Seguridad ha lanzado un exhorto a municipios como Texcoco, Tejupilco y Metepec para evitar la difusión de narcocorridos durante ferias y festivales.
“Estamos exhortando a los municipios para que verifiquen que no se haga apología del delito”, dijo Cristóbal Castañeda, secretario de Seguridad estatal. En caso de incumplimiento, los eventos podrían ser suspendidos.
La advertencia ya tuvo consecuencias. Durante la Feria Internacional del Caballo en Texcoco, el cantante Luis R. Conriquez suspendió su presentación tras ser impedido de interpretar canciones alusivas al narco. El público reaccionó con gritos, empujones y destrozos, aunque no se reportaron heridos.
Puebla y Querétaro, entre recomendaciones y cancelaciones
En Puebla, la Secretaría de Gobernación estatal hizo un llamado a los artistas programados en el Palenque y el Teatro del Pueblo de la Feria 2025, entre ellos Julión Álvarez, Banda MS, y Christian Nodal, para no interpretar narcocorridos. No habrá sanciones por incumplimiento, pero se busca evitar conflictos como el ocurrido en Texcoco.
En Querétaro, en cambio, sí se han cancelado conciertos. Artistas como El Komander y Los Alegres del Barranco fueron retirados del cartel por cantar narcocorridos. El gobierno estatal y los 18 municipios firmaron un acuerdo para no permitir espectáculos que hagan apología del delito.
“Queremos preservar el clima de tranquilidad en Querétaro”, explicó Carlos Alcaraz Gutiérrez, secretario de Gobierno del estado.
Tijuana: multas millonarias por cantar narcocorridos
Tijuana, Baja California, es una de las pocas ciudades del país donde existe una prohibición formal con sanciones económicas. Desde noviembre de 2023, los narcocorridos están vetados en eventos públicos, bares y centros nocturnos, con multas que pueden alcanzar hasta 1.2 millones de pesos.
La entonces alcaldesa Montserrat Caballero defendió la medida como una forma de proteger la salud mental de los jóvenes y frenar la apología del delito. “No se prohíben los corridos tradicionales, esos son parte del folclore mexicano”, puntualizó.
Michoacán anuncia decreto estatal
El gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, anunció que esta semana firmará un decreto para prohibir los narcocorridos en eventos públicos en todo el estado.
“Tenemos que serenar a Michoacán. Se llegó a premiar a quienes componían narcocorridos. Eso ya no puede seguir”, dijo el mandatario. Aclaró que no se otorgarán permisos para este tipo de espectáculos en ningún municipio y anticipó que, aunque puedan otorgarse amparos judiciales, su gobierno no promoverá la violencia.