

Por Javier Kuramura
Lo que Eolo no se atrevió, lo que el viento respetó por décadas con suaves brisas y agitados aires, ocurrió al mediodía de un caluroso agosto durante la gestión municipal (1998-2001) de Gustavo Elizondo:
Con el cielo encapotado, sonando tambores de tormenta y descargas de elektrón, ese día las nubes se estacionaron largo rato sobre el Paso del Norte y estaban frenéticas por las seductoras caricias de Zeus y ya en el éxtasis del placer, en el orgasmo, primero produjeron una gran lluvia que elevó el agua hasta la base alta de las máquinas despachadoras de gasolina del Servicio Noriega y luego, una poderosa expresión sonora con voz de dioses se oyó como un estruendo (seco sonó el chingazo) que cimbró en su cimiente a todo el Parque del Monumento y sus alrededores, quemando la centella uno de los árboles que circundan la alta efigie del Benemérito de Las Américas. Y, de rebote, el trueno desprendió el medallón (blasón de mármol con la leyenda: Reforma) que a sus pies tenía don Benito Juárez y en su caída, destruyó el brazo derecho con el sable y la ondeante bandera del soldado de piedra que está en la parte oriente del monumento.
Esas bellas piedras moldeadas sobre el material (de Carrara) que en el Renacimiento talló Miguel Angel se hicieron añicos al tocar el suelo. Después, llegaron los trabajadores de Servicios Públicos Municipales para arrojar esos restos (a la basura) en una bodega del Departamento de Limpia.
Hoy los tiempos han cambiado; ya no gobiernan las administraciones panistas (con su modernidad conservadora); ahora retoman la gestión quienes han idolatrado la figura del Patricio y hoy quieren recomponer el entuerto de 12 años ignorado (sin menoscabo alguno) reconstruyendo en su totalidad el máximo nicho de su veneración en la tierra que heredó su nombre y también, sin reparar en el costo. Partes de esas piezas fueron recuperadas y ahora están albergadas en un digno lugar: el Salón de Cabildo de la antigua Presidencia Municipal y esperan que manos doctas les den forma para reincorporarse a su sitio.
Algunos millones de pesos tendrá que desembolsar la actual administración municipal para restaurar (casi como en su originalidad) el monumento a Juárez. Porque no se trata de cualquier héroe menor. “No es posible”, indica Fausto Barraza, “que sea más conocido en el extranjero que en la mismísima Ciudad Juárez”.
El coordinador de los Festejos del Bicentenario (en el 2006) del Natalicio de Don Benito Juárez señala que para completar ese homenaje se quiere recuperar el terreno donde alguna vez estuvo la Oficina de Correos, por la 16 de Septiembre enfrente del costado de la catedral y la cual cumplió funciones de sede del Gobierno de la República en el lejano Siglo XIX. Se está negociando; las pláticas con el actual propietario son difíciles, pero se tiene la confianza de recuperar ese lugar.
Lo tangible es ese símbolo maltratado que fue construido a instancias del gobernador Enrique C. Creel, por suscripción pública (con aportaciones de los chihuahuenses y mil pesos de cada una de las entidades federativas) y proyectada por los ingenieros italianos Rigalt y Volpi; los planos estuvieron a cargo de José R. Argüelles y la construcción fue de Julio Corredor Latorre con 187 mil pesos para inaugurarse el Día de la Independencia de 1910, con motivo de los Festejos del Centenario y cuya develación corrió por cuenta de Porfirio Díaz. Los materiales fueron bronce para la estatua, las alegorías y los símbolos; y mármol: de Carrara, Italia para las esculturas; el oscuro fue traído de Durango y la cantera, de las vetas de Chihuahua.
El conjunto monumental consta de la estatua que mide 2.5 metros sobre el pedestal y muestra un Juárez abrazando con la siniestra el lábaro que defendió, la derecha apuntando hacia el oriente (donde está la estación del tren –dicen unos- para el que no le guste que se vaya) y la mano tendida para recibir los manes.
Los símbolos son Libertad, Reforma, Lealtad y Patriotismo y las alegorías (fabricados todos en bronce) resaltadas en cóncavo altorrelieve representan pasajes en la obra del Benemérito de Las Américas:
Hacia el poniente está la de la Princesa de Salm quien, en un último y desesperado intento por salvar del paredón a su familiar Maximiliano, ofreció su cuerpo en San Luis Potosí a Juárez para que le perdonara la vida, “Ahora o Nunca”. Para el sur apunta la de “Los Valientes no Asesinan”, en recuerdo de la intervención de Guillermo Prieto, en Guadalajara, para salvarle la vida al patricio cuando era encañonado por soldados.
Del lado oriente está “El Carruaje”, remembrando el peregrinar de Don Benito junto con Sebastián Lerdo de Tejada, José María Iglesias y con Juan Udueta, su secretario particular y cochero hasta llegar a Paso del Norte.
La alegoría final tiene que ver con el “Triunfo de la República” mostrando a un Benito Juárez dominador sobre el soldado francés y hay dos ángeles: uno tocando el clarín y el otro cantando la victoria.
Muchas anécdotas, como la del trueno, hay en torno a este monumento como aquella de Horacio Castillo que laboraba todas las noches y madrugadas en El Fronterizo. “Ciro Peraloca” como se le conoce gracias a sus puntadas e inventiva, una madrugada de la década de los 60’s reclutó a linotipistas, formadores, prensistas, periodiqueros y formó un ejército armado con ácido nítrico, agua, jabón, escobas, trapos, trapeadores y estropajos para limpiar los efectos del zurrar de las palomas en el cercano monumento.
La intención era buena pero desconocer los efectos de los corrosivos maltrató y manchó el fino mármol y es muy dañino para las uniones entre las piezas.
Por estas acciones involuntarias y por el vandalismo, es que en los próximos meses las inmediaciones del Monumento a Juárez tendrán mucho movimiento reestructurador. Se verán andamios, topógrafos, ingenieros y albañiles para retirar las jardineras y otros añadidos. Quitarán el feo barandal y le añadirán tres metros a la circunferencia del conjunto escultórico para que, más lejana la vista, se le vea todo el lustre que le quieren restañar (con los polvos de esos añicos) a las afrentas cometidas por el descuido, el abandono e indolencia de autoridades y ciudadanos.
Don Benito Juárez García no es cualquier héroe en nuestra patria; su figura tiene muchos y muy variados significados pero, hay uno muy distinguido y muy especial: el significado de “Soberanía” y el próximo año cumple, nada más, 200 años de haber nacido para México.
Fuentes de información: Entrevistas con Zenón de la Rosa, despachador de gasolina en Servicio Noriega; arquitecto Fernando Treviño, Fausto Barraza y Cronista Felipe Talavera. Publicada en Marzo de 2006