Aquel comunista de rancho
Por: Javier Meléndez Cardona
—Si tienes dos caballos, entonces tienes que entregarle uno al gobierno, es el comunismo—, decían.
Y como sí los tenía, fue el primer dilema que tuvo que dilucidar.
Se pasó horas leyendo El Capital de Carlos Marx, hasta que encontró que no se refería a los bienes personales como tener caballos, vacas o casas adquiridas con el esfuerzo personal y legitimo.
En la idea de repartir la riqueza, Marx se refirió a la plusvalía que generan los obreros en una maquiladora dándole valor al producto con su fuerza de trabajo. No a los caballos. Así que aquel ranchero, se declaró comunista.
Era muy joven y durante años, tuvo un póster del Che Guevara pegado a la cabecera de la cama y ya en el otoño de la vida llegó al Cristo de La Habana y se sentó a contemplar la bahía, teniendo de fondo la casa-museo del guerrillero más famoso de América Latina.
Se declaró comunista sin necesariamente serlo, el concepto “comunismo” estaba asociado a la rebeldía, a soñar un mundo más justo y a luchar contra cualquier tipo de opresión y claro que siendo joven, asumió esta ideología.
En aquel tiempo no había internet, pero tenía una radio de banda corta donde por las tardes y noches, captaba la señal de “Radio Habana Cuba”.
Y como no podía expresarse por redes sociales -porque no existían- las simpatías con los movimientos revolucionarios que se extendía por el continente, como los sandinistas, en Nicaragua, el Frente Farabundo Martí en El Salvador y las guerrillas en Guatemala y Colombia, lo hacía mediante “pósters” de papel y estampitas que le enviaban por correo desde Cuba.
Leía cuanto libro caían en sus manos. A José Marti, Nuestra América; a Rius, Cuba para principiantes, Cuba Libre, ABChé, Lenin para principiantes, La Joven Alemania, Diario de Che en Bolivia e infinidad de títulos.
Aprendió a distinguir la vertiente del comunismo oficial o sovietizado que, representaba en México el Partido Comunista Mexicano, luego transformado en PSUM, PMS y PRD.
También, distinguía al socialismo independiente, representado en decenas de organizaciones sociales y sindicales, tanto de campesinos, colonos urbanos y estudiantes con las que guardaba relación y apoyo; y que, casi todas confluyeron en 1988 en la candidatura de Cuauhtémoc Cardenas y en 1989 en la formación del PRD.
En su momento el PRD fue un movimiento y también un esfuerzo organizativo de las izquierdas en México, hasta que, en el 2014, más pragmáticos que ideólogos, la mayoría de sus militantes se fueron a fundar Morena y dieron cabida a personajes de distintos orígenes ideológicos y el partido Morena se llenó de militantes de chile, dulce y manteca, porque el objetivo era y es ganar elecciones.
De aquel ranchero aún quedan sus convicciones de continuar luchando por la justicia social, pero entiende que el país necesita fomentar la inversión privada y también piensa en comprarse otro caballo.