Amou Haji, el «hombre más sucio del mundo», vivía en una choza de bloques de hormigón y, según las personas de la aldea donde habitaba, estaba cubierto de hollín, ya que no se había bañado en más de 60 años.
En 2014, el Tehran Times documentó sus hábitos extremos, que incluían comer animales atropellados, fumar excremento en una pipa y creer que la limpieza lo enfermaría.
Curiosamente, unos meses antes de su fallecimiento, los vecinos lograron convencerlo de que se bañara. ¿Habrá tenido razón?
Fuente: Cerebro Digital