En 1930, una mujer se posó al lado de un colosal árbol de secuoya en California, capturando una imagen que subraya la magnitud y majestuosidad de estos gigantes naturales.
Las secuoyas, algunas de las cuales pueden superar los 100 metros de altura y vivir más de 2,000 años, son un testimonio vivo del poder y la belleza de la naturaleza.
Esta fotografía histórica no solo muestra la pequeñez humana frente a la naturaleza, sino también la necesidad de preservar estos magníficos seres para las futuras generaciones.
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