Por H.C. Esquivel
“Cada semana estamos más cerca de la guerra”.
Viktor Orban.
La frase del Primer Ministro húngaro, Viktor Orban en una reciente entrevista con una radio local, resume la locura que vive Europa, donde lo que hace pocos años era impensable, ya se ve como inevitable: ir a una guerra contra Rusia.
Los políticos y medios de Europa y Estados Unidos hablan ya sin tapujos de poner sobre territorio ruso todos los ingredientes de una tercera guerra mundial en Europa. Idéntico a como ocurrió en la segunda guerra mundial, pero en lugar del ejército Nazi de Hitler, ahora serían (o serán), las tropas de la OTAN avanzando hacia el este.
Y en lugar de pensar en la diplomacia o la negociación, los mandatarios europeos junto a los estadounidenses, avivan el fuego, no solo con retórica, sino con misiles de la OTAN que además de una función defensiva en suelo ucraniano, ahora también estallan en territorio ruso.
A la par de la escalada, las tropas inglesas, francesas o polacas que antes operaban en el frente de batalla con el disfraz de mercenarios, ahora van abiertamente a Ucrania con sus uniformes e insignias nacionales, presumidas en voz de los mandatarios, como Emmanuel Macron.
En el actual conflicto entre Rusia y Ucrania, o dicho de otra manera: La guerra de la OTAN contra Rusia en suelo ucraniano, los políticos de los países atlánticos han aplicado la teoría de la Ventana de Overton para todas las decisiones militares; es decir, algo que era impensable, se menciona, luego suena como radical, pero a medida que se discute en medios públicos, se convierte en aceptable y pasa a ser incluso popular y parte de las políticas.
De esa forma, pasando por esas etapas, de lo impensable a lo popular, sucedió con la decisión de equipar al ejército ucraniano con bombas de racimo, luego la entrada al conflicto de los tanques Leopard alemanes, (la versión 2023 de lo que fue en el 1941, las divisiones Pánzer disparando contra tropas rusas en territorio soviético), y lo mismo pasó el envío de misiles de largo alcance, el permiso de los países OTAN a dirigirlos a suelo ruso, y últimamente el envío abierto de tropas a pelear directamente contra Rusia.
Es decir, de ser impensable una tercera guerra mundial, ahora tenemos a congresistas estadounidenses pidiendo una escalada nuclear al conflicto, o al periódico inglés The Telegraph, hablando de los cinco corredores europeos, a través de los cuales, la OTAN llevaría tropas de Estados Unidos y otros países hasta suelo ruso ante un posible conflicto.
Ante una trayectoria de colisión, el piloto de cualquier vehículo, frena o cambia de trayectoria, o ambas cosas, a sabiendas que, debido a la velocidad de crucero que lleva, el impacto a veces es inevitable, aunque la maniobra evasiva podría aminorar las consecuencias.
Pero el presente conflicto lleva cocinándose décadas.
Durante la cumbre de 1997 en Madrid, la OTAN invitó a unirse a las ex repúblicas soviéticas, Polonia, República Checa y Hungría.
La expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia movió al connotado diplomático estadounidense, George Kennan, a publicar en el periódico New York Times, una columna que sigue resonando 27 años después.
En su texto llamado “Un Error Fatal”, (A Fateful Error), Kennan señaló que extender la OTAN a las fronteras de Rusia “sería el error más fatal de la política de Estados Unidos en toda la etapa posterior a la Guerra fría”, debido a que exaltaría la unidad y el belicismo del pueblo ruso.
Pero también John Measheimer, ex militar graduado en West Point, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Chicago y afamado por la teoría del realismo ofensivo, anticipó en 2015 que tras el golpe de estado en Ucrania, lo que venía era una guerra.
También los mercados lo sabían, tras el golpe de estado del Euromaidán en Ucrania, a partir del 2014, empresas armamentísticas como la alemana Reinmetall, (constructora de los tanques Leopard), tuvieron un súbito crecimiento de más del 100 por ciento en sus acciones.
Ante la trayectoria de colisión, pocos son los que salen del discurso otanista.
El Primer Ministro de Hungría, el derechista Viktor Orban, señalado por medios occidentales como “El Trump húngaro”, mencionó recientemente que no está dispuesto a llevar a su país a una guerra con Rusia.
“La OTAN no se creó para organizar misiones como la de Ucrania, una misión por la cual la OTAN se involucra en un conflicto armado fuera de su territorio. De este modo, creamos la amenaza de una guerra mundial. Esto es absurdo”.
Volviendo a la Ventana de Overton, lo que por estas latitudes nos parece todavía “impensable”, en Europa ya va en la etapa de ser política pública.
“Finlandia tiene más de 50 mil refugios antiaéreos”, escribió en sus redes sociales Ursula Von der Leyen, la candidata a un segundo mandato como Presidenta de la Comisión Europea.
Von der Leyen, quien en su rol político ha optado más por el belicismo antiruso que por construir acuerdos en beneficio de más de 450 millones de europeos, elogiaba los búnkeres construidos por los finlandeses, quienes al ser neutrales durante la guerra fría, construyeron durante décadas, refugios para un eventual ataque de EU a Rusia o viceversa.
“Nosotros tenemos mucho que aprender de los finlandeses”, dijo Von der Leyen, “este es el cambio de mentalidad al que quiero contribuir durante mi segundo mandato”.
Es decir, en lugar de cambiar el curso de colisión, los políticos europeos plantean mantener el curso, e incluso acelerar la velocidad de crucero.
De acuerdo con el Primer Ministro alemán, Olaf Scholz, la guerra contra Rusia se podría dar en cinco años más, en 2029, pero distintos analistas europeos ven que el conflicto podría iniciar incluso antes de la elección de Estados Unidos, en noviembre de este año.
Uno de los escenarios señala que, ante las declaraciones de Donald Trump de terminar la guerra Rusia-Ucrania incluso antes de asumir su mandato, la intención del “deep state” estadounidense es escalar el conflicto a un nivel en el que, una eventual victoria del “Hombre Naranja” en noviembre, le haga ineludible mantener o incrementar la guerra, la tercera guerra mundial.
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