Por Enrique Lomas Urista
Una Sodoma miserable cercada por bardas y un perenne ambiente festivo marcó a varias generaciones: la Zona de Tolerancia de Torreón Coahuila.
Las actuales generaciones debaten, se asombran y se escandalizan ante la narrativa de cincuentones sobrevivientes de esa experiencia bizarra: la de ingresar a una mini ciudad de prostitución con acceso controlado y administrado por la autoridad formal municipal.
Centenares de historias de horror, placer y muerte están ahora gestando libros, peliculas documentales que lo mismo horrorizan que maravillan a una audiencia ávida de historias de impacto sociológico, de un pasado que se fue dejando huellas imborrables en cuerpos, mentes y corazones de hombres y mujeres que habitaron y frecuentaron este círculo (rectángulo) de varias manzanas de infierno tolerado.
Un documental podrá expresar vívidamente esta estampa de la historia lagunera con información profunda, poesía y la propia voz de los testigos que sobrevivieron a las enfermedades sexuales y a las frecuentes balaceras protagonizadas por violentos parroquianos,
Esta Zona de Tolerancia era el lugar de sórdida diversión de hombres y adolescentes que buscaban placer sexual a cualquier costo, pero también era un sitio que alimentaba los anhelos creativos de escritores y periodistas de todo el país.
Una caseta custodiada por un par de policías daba entrada a vehículos «sardina» en los que bien podrían caber hasta 15 personas, puesto que el cobro era por vehículo.
El rescate de esta historia negra, gris o colorida (según le haya ido a cada quien en el baile zonero) es una agenda pendiente para explicar un fenómeno por demás interesante que casi nació de la mano del auge económico de Torreón.
Algo nos marcó a quienes penetramos en sus antros, cantinas y cuartuchos. Se afirma que el propio escritor Carlos Monsiváis tomó notas de asombro en este espacio y hasta fue incidental asistente al funeral de una de las prostitutas de la Zona, velada en plena calle.
Mucho falta por escribir acerca del tema, que seguramente marcó muchas vidas y generó simpatías y sociopatías, tomando en cuenta que esa Sodoma miserable era habitada por niños, por familias.
Aquí dejo este retazo de recuerdo, prometiendo escarbar un poco más hondo en mis sueños, en mis pesadillas, para tratar de enterar a las nuevas generaciones acerca del mundo que habitamos sus padres, sus abuelos.
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