Jehová tu Dios te da por heredad, borrarás la memoria de Amalec, no lo olvides.
No tengas compasión de él, mata a hombres y mujeres, niños y lactantes, bueyes y demás.
Las citas bíblicas, una del Deuteronomio en la traducción de Reina-Valera y otra del libro de Samuel en la Biblia de Jerusalem que se lee en Israel, son explícitas en la directiva que diseñó el mando político y militar hacia el Ejército para responder ante todos los habitantes de la Franja de Gaza.
El 7 de octubre de 2023, miles de integrantes de la milicia-partido político Hamás pasaron de manera coordinada el muro más vigilado del planeta en la llamada “Cárcel al Aire Libre” más grande del mundo, como llaman a Gaza, atacaron territorio israelí, con unos 5 mil cohetes, sus milicianos irrumpieron en áreas pobladas, secuestraron a unas 245 personas y provocaron la muerte de unos mil 400 ciudadanos y militares.
Cinco meses después, la respuesta, ha causado la muerte de unas 37 mil 500 personas, de las cuales 13 mil 400 son niños y bebés.
A pocos días del ataque, el Primer Ministro, Benjamín Netanyahu, pidió a su ejército y a su pueblo recordar a Amalec y continuar con la guerra que empezó Josué unos 3 mil años atrás.
Sin miramiento alguno, la respuesta de la Fuerza Aérea israelí fue comenzar con bombardeos en edificios civiles en una de las áreas más densamente pobladas del mundo.
Al momento de la respuesta bélica de Israel, en la Franja de Gaza, un área de 360 kilómetros cuadrados, habitaban 2.3 millones de personas, la mayoría en pobreza y pobreza extrema en un área rodeada por muros militarizados donde la mayoría no podía salir.
Mientras el mando del Ejército israelí calificaba a todos los habitantes de Gaza como “personas no humanas”, Netanyahu mostraba en sus redes sociales videos de aviones lanzando bombas en edificios civiles.
El economista y analista geopolítico Ariel Umpiérrez, padre de una hija de religión judía y con una amplia base de amigos en Israel, uno de ellos Rabino, afirma que la mayoría de los ciudadanos israelíes está de acuerdo con atacar de manera indiscriminada a la población.
El respaldo de la población a la respuesta militar, dice, es en parte por los mensajes que difunden los medios locales, pero también porque en las sinagogas locales se repiten semana a semana mensajes bíblicos que apoyan la supremacía israelí, y el derecho divino de eliminar a otros pueblos.
Basta con leer los libros Deuteronomio o Josué en la Biblia, donde Josué y su ejército de unos 40 mil hombres, arrasaron todo, no solo en Amalek, sino en decenas de ciudades como Hai, Maceda, Eglón, Laquis o Jericó, para quedarse con las tierras.
“Y destruyeron a filo de espada todo lo que en la ciudad había; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los asnos”, dice la Biblia sobre Jericó.
Con ese “derecho divino”, los soldados de Israel han atacado por igual unidades habitacionales, campos de refugiados, iglesias y hospitales, sitios prohibidos por el derecho internacional.
Un ejemplo fue el hospital Al Shifa, en Gaza, donde afirmaban que bajo tierra Hamás tenía su base de operaciones y los medios internacionales difundieron animaciones computarizadas con la supuesta distribución del “cuartel general”, pero después de atacar con bombardeos aéreos y disparos de tanques, en el sitio encontraron pacientes y médicos sin vida, así como cuerpos de recién nacidos dentro de incubadoras que habían dejado de funcionar.
Los bombardeos aéreos que para enero rebasaban 50 mil toneladas de TNT, (el equivalente explosivo de tres bombas atómicas como la de Hiroshima) se hacen sin tomar en cuenta la integridad de los secuestrados, lo que significa en los hechos que los ciudadanos plagiados no representan un punto de interés para la administración de Netanyahu.
Pero a los militares parecen tampoco importarles sus propios ciudadanos.
Semanas después de iniciados los ataques, el periódico israelí Haaretz entrevistó a un coronel de su Ejército, quien reconoció que durante los ataques de Hamás, se aplicó la “Doctrina Hannibal”, que busca evitar a toda costa el plagio de militares y civiles, lo que implica incluso asesinarlos.
El testimonio señalaba que, tanto en el Festival de Música Nova, donde murieron 354 personas, como en la comuna productiva, (Kibbutz), Be’ eri, y en otros casos, parte de los ciudadanos israelíes y extranjeros fallecidos, fueron por disparos de fusiles de militares, helicópteros artillados o cañones de tanques de Israel.
Distintos expertos en operaciones militares, entre ellos Scott Ritter, ex Marino de Estados Unidos y ex analista de la CIA, señala de que en el caso de la Franja de Gaza, el mundo está presenciando un genocidio en tiempo real.
Para generar el concepto de genocidio las leyes internacionales tomaron principalmente los elementos del trato que la Alemania Nazi le dio al pueblo Judío, y ahora como una ironía, es el gobierno teocrático de un país mayoritariamente judío, el que incurre en el desplazamiento forzado y la eliminación sistemática de integrantes de un pueblo, causas que, por individual, forman parte del concepto.
Si bien millones de personas en el mundo, en países como Inglaterra, Estados Unidos o Alemania, han organizado masivas protestas, sus gobiernos responden con policías antimotines para los ciudadanos y el apoyo irrestricto, económico, militar y diplomático para el gobierno de Netanyahu.
En un sitio donde las personas ya mueren de hambre, por bombardeos o son acribilladas cuando recogen ayuda humanitaria, nos queda a nosotros como ciudadanos preguntarnos si habrá un punto de inflexión en la represalia israelí, o veremos en tiempo real, el destino «bíblico» de la población palestina.
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